lunes, 22 de enero de 2007

1ª parte del tratado sobre la energia y los chacras, por javier sanjuan

Lo primero que deberíamos de entender es el funcionamiento de la energía y como rige la vida de los seres humanos. Por tanto, a este respecto, debemos primero de reconocer en que estado energético se encuentra una persona y cual es su “estrategia”
(Medio por el cual los seres humanos, entre nosotros, nos quitamos le energía).
Por supuesto, el estado anímico de alguien es significativo para reconocer si energéticamente se encuentra o no bien, esto lo podría reconocer cualquier no iniciado, pero solo seria una visión muy superficial con la que no llegaríamos a la raíz del problema por el cual este no consigue canalizar de forma correcta la energía. Este punto nos llevaría irremediablemente a otro, que seria el poder decir con total certeza si el individuo con el que estamos, esta o no interpretando un papel. Por tanto una visión solo externa, realizada por un neófito, siempre será incompleta y por supuesto en la mayoría de los casos, inexacta, contribuyendo a la desconfianza y al aislamiento de la misma. Con lo cual habría que desarrollar la capacidad de poder acompañar nuestro juicio psicológico, con una visión mas espiritual, utilizando el don de la visión, que todos de manera latente, llevamos dentro.
Con lo cual podemos empezar a definir las bases que todo “vidente” debe de desarrollar antes de poder atreverse a ayudar a alguien.
Lo primero que deberíamos es nosotros mismos sentirnos bien, seguros de la tarea que vamos a realizar, tener claros los motivos que nos mueven a realizarla, y lo mas importante que nuestra energía, no necesite de “estrategias” para conseguir energía, si no que seamos como una segunda “fuente” para la persona a tratar y que esta pueda “beber” de nosotros sin tener que esforzarse en quitárnosla.
A continuación debemos de conseguir que el individuo a tratar se sienta seguro, tranquilo y por ende confiado y se abra a nosotros.
Una vez hecho esto debemos de conseguir llevar a nuestro consultante a un terreno cómodo para nosotros, pues es lógico afirmar, que nosotros también debemos de sentirnos cómodos y sobre todo seguros.
No demostraremos en ningún caso prepotencia, ni mucho menos soberbia a la hora de expresarnos, si no que siempre daremos la impresión de que aunque estamos en un nivel superior al suyo, conclusión a la que debe de llegar el por su cuenta, somos como el, simples mortales con todo el derecho a equivocarnos, y que en ningún caso nuestras palabras son decretos para nadie, ni verdades irrefutables.
Aun siendo una perogrullada diré que es imprescindible, el respeto, y este solo lo conseguiremos tratando a la persona como ella quiere que se le trate, esto es, hablando de usted, si es su voluntad, o de tu si así lo desea. Así como hablar en un tono y con un lenguaje, inteligible para ella. Y excusándonos si por cualquier causa no podemos complacerle a este respecto.

Trataremos ahora de profundizar en cada uno de los puntos que hasta este momento hemos mencionado.
En el primero de ellos, destacábamos varios conceptos, uno era el que nosotros debemos de ser una “fuente” para la otra persona. Es este un punto de muchísima importancia porque aunque cualquier persona, pueda hipócritamente, intentar fingir empatía y acercamiento al otro, solo una entrega altruista de la energía, hará que la persona a tratar confíe de manera plena y sincera en nosotros.

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